miércoles, 16 de febrero de 2011

Vestigios de una muchacha vieja antes de tiempo...

Las Mujercitas. Por Louisa May Alcott.

Amo este libro. Sencilamente...

Cualquiera que me conoce ha tenido que sufrir mi intento de contarle tamaña historia con lujo de detalles. Algunos han sobrevivido, otros han sorteado ese obstáculo de forma prodigiosa.

Es que este libro significa mucho en mi vida. Lo he definido como mi segunda Biblia. He llorado, he reído, me he indignado mucho... y me ha enseñado y me ha ayudado a crecer.

No puedo describirles lo que sufrí debido a que Jo no se quedaba con Laurie... He estado días, semanas, meses, maldiciendo esta vuelta de la trama y rogando porque esta historia tuviese un final diferente. La primera vez que lo leí me irritó profundamente el giro de los acontecimientos. Y no es para menos. La protagonista (porque, querámoslo o no, Jo es la protagonista) con la que nos identificamos (conciente o inconcientemente, con o sin fundamentos para ello), rechaza a Laurie (el modelo de hombre para muchas de nosotras). Increíble! No termina ahí. Laurie se enamora de la hermanita más pequeña de Jo, Amy, que en varias partes del libro aparece como una mujercita manipuladora, egoísta y super linda (lo cual genera mucha rabia en las lectoras). Inaceptable! Y como si esto no fuese poco, Jo se termina enamorando de un profesor viejo, feo y pobre! Plaf! Cerramos el libro de un golpe y comenzamos a maldecir a Louisa May Alcott.

Sin embargo, con el paso del tiempo, volví a abrir el libro (supongo que muchas han hecho esto; por lo menos es mi experiencia). Y volví a leer esta historia cargada de magia, optimismo y dulzura, con la ingenua y utópica esperanza de que mágicamente el final del cuento sea otro... Nunca lo fue. Siempre terminó de la misma deprimente manera. A lo cual, maldecía, lloraba, me enojaba, y prometía nunca volver a leer tan pésima historia.

Mi idiosincracia masoquista renacía, y al poco tiempo me encontraban, familiares y amigos, con el libro entre mis manos, sumergida entre las líneas.

No sé si se deba a las muchas lecturas de esta obra, o por el paso del tiempo y la experiencia adquirida, terminé aceptando y (horror!) hasta entendiendo y aprobando el final del libro. El día que me descubrí a mi misma, con una sonrisa en mis labios, aprobando el rechazo de Jo hacia Laurie, su compromiso con Amy, aquella promesa de no "ser compañeros de juego pero [ser] verdaderos hermanos" que le formula Jo a Laurie, el enamoramiento impensable e ilegal de Jo hacia Bhaer... Ahhh!! Fue un baldazo de agua fría! Con el libro en mis manos, la mirada sorprendida fija en el horizonte, me pregunté: "¿Qué paso?". Había madurado, empecé a ver las cosas desde otro punto de vista. Crecí. Me dí cuenta de que aquella historia tenía un final feliz. Que Jo y Laurie nunca podrían estar juntos. Que Laurie sería muy feliz con Amy. Y que Jo necesitaba tener a su lado al Profesor Bhaer.

Desde ese entonces cada vez que leo ese libro me convenzo a mi misma que es una de las historias más encantadoras que he leído. Sí, quizás sea demasiado moralista para nuestros tiempos. Demasiado infantil. Demasiado romántica e ilusa. Pero es el libro con el cual crecí, y que me ayudó a crecer. Eso le da un valor añadido que ninguna otra historia tiene.

¿Resumirlo? ¿Sintetizarlo en pocas palabras? Imposible para mi!

¿Me he sentido identificada con alguna de las "Mujercitas"? Si, por supuesto. El personaje de Jo es el que podría representarme mejor. (¡Qué chiste! Identificarse con el personaje principal...) Sin embargo, tengo un poco de todas, lo cual es aplicable en toda mujer del planeta. Los personajes de este libro, a mi entender, son bastante estrictos en lo que respecta a su personalidad, bastante bien definidos y delineados. En la vida real y cotidiana, nada está tan definido. Por lo cual, a veces identifico aspectos propios de las personaliddaes de las cuatro hermanas March en mí (corriendo el riesgo de parecer una persona con personalidad múltiple o no definida). El deseo de formar una familia de Meg; el deseo de ser una escritora de Jo; la fidelidad a la familia de Beth; el espíritu ambicioso y la inmadurez (progresivamente convirtiéndose en madurez) de Amy.

¿Me cansaré de leer este libro alguna vez? Lamentablemente, hace algunos días me dí cuenta de que este libro tiene fecha de vencimiento. Los acontecimientos de Las Mujercitas se Casan no trascienden a más experiencias que las del casamiento y alumbramiento de Meg. Así que si algún día cumplo estas etapas, ¿qué más podré tener para que me sienta conectada a este libro y las experiencias que narra?

Empezaré, entonces, a identificarme y a vivir el personaje de Marmie...